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"¡¡ HORROR !! Tengo el ojo rojo!!” “No me he dado cuenta pero me he mirado en el espejo y he visto que lo tengo ensangrentado”.
Esta es una de las razones por la que muchos pacientes acuden a la consulta a través de Urgencias.
Técnicamente se denomina Hiposfagma y no es más que una hemorragia bajo la conjuntiva. Típicamente el paciente no nota nada, si acaso una pequeña molestia, no tiene legañas y lo más importante, no pierde visión.
Entre los factores de riesgo para que esto ocurra, están la Hipertensión arterial, la toma de antiagregantes o anticoagulantes (Sintrom, Adiro, Aspirina), la fragilidad capilar o la realización de algún esfuerzo al toser, vomitar o similar. Sobre todo en los dos primeros casos, y si el hiposfagma se repite con frecuencia, es importante notificárselo al médico de atención primaria por si fuese necesaria la realización de alguna prueba.
Al paciente hay que decirle que no se alarme si lo único que observa es que el ojo está enrojecido y no existe ningún otro síntoma. Se soluciona sólo, en una semana aproximadamente, cuando la sangre se reabsorbe y no hay un tratamiento específico más allá de lágrimas artificiales para hidratar y dar confort al ojo.
Llegó el verano y con él el calor y las ganas de meternos en la piscina, en el mar, embalses,... sin embargo, en el caso de las piscinas principalmente, las sustancias químicas presentes en el agua suelen ser el origen de patologías y molestias como las conjuntivitis, los ojos rojos o el escozor. Por ello, desde el Centro de Optica Avanzada, se recomienda extremar las precauciones en cuanto a higiene y haciendo especial hincapié en los portadores de lentes de contacto. Como medida más clara de prevención, se recomienda no usar las lentes de contacto para bañarse y en caso de ser imprescindible su uso, hacerlo siempre con gafas de nadar o bucear encima de las lentillas para evitar el contacto directo del agua con los ojos. Además, otra forma más de evitar patologías que pueden llegar a ser graves, es emplear lentes desechables de uso diario que se tiren una vez se han utilizado para bañarse. El problema no sólo radica en la presencia de cloro u otros agentes limpiadores del agua sino en la existencia de microorganismos, algunos muy agresivos, como la Acanthamoeba. La infección ocular por Acanthomoeba suele ser muy grave y una amenaza importante para la agudeza visual, llegando en casos extremos a provocar la pérdida total de visión. La presencia de este microorganismo puede situarse en cualquier tipo de agua por ello, evite el contacto directo de las lentes con el agua de piscinas, lagos,... y, por supuesto, no las limpie nunca con agua o cualquier otro producto distinto del sistema de limpieza que le haya prescrito su contactólogo.